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viernes, 28 de diciembre de 2012

Estrechando lazos de Amistad y Cultura

25 años sonando el Tambó

Camilo Polo, Lisandro Polo, Álvaro Miranda, Lina Babilonia, Hermán Barrios, Sergio Zambrano y Julio César Cassiani, en una foto al mejor estilo de Los Beatles, cruzando la Avenida Olaya Herrera, en Barranquilla.

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Si el grupo Tambó no existiera seguramente alguien en esta folclórica ciudad lo hubiese tenido que inventar algún día. A fuerza de persistencia.

De querer la música y la cultura del Caribe colombiano que pese a su obvia difusión mundial, a la indudable buena fama de algunos de sus propulsores, la mayoría silenciosa, se encuentra todavía en franca marginalidad y es apenas referencia de fin de año y carnavales. Contra todo eso han luchado cerreros los integrantes de Tambó en estos 25 años que ahora se conmemoran.

La cosa empezó en un parque. En el Bellavista, para ser más exactos, en el año 1987, cuando la Corporación de Turismo construyó unos bohíos para que sirvieran de sede a varios grupos culturales como Arroz con mango, Papaya partía, Pan duro, Factoría de Ilusiones y Luneta 50.

Allí, con mucha música, se inició la integración del grupo tocando donde fuera solo por el prurito de darse a conocer. Recuerda uno de los integrantes ese período del grupo cuando alguna vez, por casualidad, se le ocurrió preguntar a quién le tocaban en la fiesta “de gratis”.

Resulta que era para el amigo de un amigo de un primo de no sé quién. Otros tiempos, como se ve, en donde lo importante era cantar, tocar, encontrarse, formulándose como objetivo el proyecto de un grupo estable que recogiera las tradiciones culturales en riesgo de pérdida y las pudiese mostrar como evidencia fehaciente de supervivencia.

Una de las propuestas del grupo era embarcarse en la investigación cultural sistemática. En ese sentido se diferencian de otros grupos, pues recogen, montan y se atreven a tirar teoría desde su particular perspectiva, que como dice Cassiani, uno de sus integrantes, “siempre va a ser la visión particular de nosotros y no de la propia expresión de los raizales que la practican en su tierra”. Y no se crea que solo se dedican a la música. El Pichi Miranda, tamborero, tallador de madera, exintegrante de grupos de teatro, sostiene que parte de la diferencia de Tambó con otros grupos similares es “que recogemos leyendas populares, décimas, cuentería y eso lo aplicamos en la puesta en escena”.

Más allá de la experiencia con las músicas del Caribe colombiano se encuentra el hecho que Tambó es una institución formulada como fundación con proyectos culturales planteados involucrando a la comunidad. El primero de ellos fue toda una emergencia, como lo decía el llamado auxiliador del nombre: Que no muera la cumbia. Su radio de acción fue en los barrios y en los colegios distritales, apoyados por los rectores.

Después idearon otros proyectos. Uno de ellos surgió de un foro universitario. Se trataba de promover la música del carnaval, avasallada, en las propias fiestas, por otras culturas sonoras. De esta manera nació ‘Carnaval, su música y sus raíces’, que a la postre se convirtió en uno de los eventos oficiales del carnaval con mayor prestigio cultural. Más recientemente propusieron el Festival de Música tradicional del Carnaval, siendo apoyados por la Gobernación en esta iniciativa.

Pero sin dudas el evento que identifica a Tambó dentro del carnaval es la famosa ‘Noche de Tambó’, por cuya tarima circular –para que todos le den la vuelta y lo bailen– han pasado personalidades como Totó La Momposina, Etelvina Maldonado, Petrona Martínez, Juan Chuchita, Catalino Parra, los tamboreros Roberto Palma, Mosquera y El Diablo, y el Checo Acosta, que les dedicó un sentido homenaje en una de sus canciones: “¡Nos vemos en la Noche de Tambó!”

Si ahora, como ensalmo maravilloso, se observan las calles engalanadas de tamboreros y flautistas de millo, no hace más de 20 años era difícil conseguirlos. Sostienen los integrantes de Tambó que era necesario acudir a Soledad y a otras poblaciones con el propósito de incorporarlos a un grupo o planear un toque.

Ahora es tarea sencilla con la proliferación de tamboreros, gracias a las casas comunales de cultura auspiciadas por el Distrito y que han contribuido, según dicen los integrantes de Tambó, a que surja una nueva camada como la de Pedro Tapias, El Drippe y otros más. Allí se ven, en fiestas y eventos de carnaval, todos estos músicos, que en cierta forma superaron el paradigma angustioso que en algún momento lanzó Tambó: la cumbia y sus variedades siguen con plena vigencia.

Aunque es empresa con no muy buenos augurios grabar discos, Tambó lleva dos. El primero sacado hace varios años, y el otro, con el que pretenden dejar el registro de sus 25 años, parado provisionalmente por problemas de recursos económicos.

Pero están decididos, como en todos los demás proyectos suyos, a echarlo adelante contra viento y lluvia. Hace apenas un mes, tratando de encontrar estos recursos, promovieron una ‘porrovía’ con varias agrupaciones. Ese día sábado cayó un aguacero tipo diluvio que alejó al probable público, dejando a Tambó, como dicen en el argot beisbolero, con las manillas en el campo.

No se amilanaron. Siguen creyendo en la música, en la cultura, en su promoción y divulgación. Sin mentiras. Con trabajo duro. Reconocidos en el exterior y por los que saben de su callada y no siempre publicitada labor a nivel nacional. Así que para los miembros de Tambó: Lina Babilonia, El Pichi Miranda, Germán Barrios, Camilo Polo, Sergio Zambrano y su director Lisandro Polo, solo resta desearles que sigan en su titánica tarea y que ojalá, para bien de nuestra cultura, sigan por lo menos otros 25 años repicando duro ese tambó. Su eco siempre seguirá sonando.

Por Adlai Stevenson Samper