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lunes, 11 de abril de 2022

Poesía popular

 

20 versos y una sola mentira

 

La mentira es indignante,

Por “piadosa” que esta sea

Presente está en las tareas

Socialmente muy frustrante

Universo impresionante

Del humano en sus acciones

Miente el niño en pretensiones

Miente el joven, miente el viejo

El embuste más añejo,

Lo vemo en las elecciones.

 


La mentira es el “arte”

Pa algunos “profesionales”

Quienes mienten a raudales

En su afán de conquistarte

En su labor de atraparte

Surge el guiño seductor

Del discurso engañador

Del Don Juan empedernido

Del político fluido

Demagogo embaucador.

                            Maestro

 





Máscaras y temores





Es muy común escuchar decir: "quién no conoce la historia está condenado a repetirla". Suena a cliché, pero está vigente, aún en momentos de la llamada "inteligencia artificial".  

Desde la prehistoria, el hombre recurrió a la máscara para poder sobrevivir en un momento en que el entorno le exigía alternativas a su alcance natural y racional, igual sucedió en  la antigüedad, en el Medioevo, en la modernidad y ni qué decir de la contemporaneidad. En cada momento histórico la máscara ha sido utilizada con propósitos diversos y con diversas intenciones, sobre todo con la intención de no dar a conocer sus verdaderos propósitos.

Cuando los temores y las indecisiones se toman a aquellos  que la autoridad les supera su talla, se cae en el abismo  de la irresponsabilidad por omisión y se vive atrincherado en la falacia  de una mal llamada democracia, conscientes de lo que no se hizo en su momento.

Se pretende con esa actitud  dejar de actuar o dejar de asumir, evitar la responsabilidad por su temor al fracaso, y se continua con una vida de no culpabilidad, como si la vida se tratara de eso. No deja de ser sospechoso aquel que pretende alardear solo de los triunfos y nunca presentar sus fracasos, sencillamente, porque no es la realidad de la vida.

El miedo al error, al señalamiento, al fracaso, jamás dejará que seas aceptado socialmente como una persona en la que se confía. Cuando no somos capaces de tomar la más sencilla de las decisiones, bajo el supuesto de lograr un conceso, estamos actuando bajo el temor de aceptar la responsabilidad, creyendo que es mucho menos riesgoso dejarle esa acción a otros, para que sobre ellos recaiga la responsabilidad del fracaso. Es una actitud de cobardía ante la realidad de la vida, pero  ella, la vida se encargará tarde que temprano de quitar la máscara que hoy por hoy se pretende en las "tablas de la vida". Entre máscaras y pasquines se pretende vivir, en momentos en que debes liderar .

Por 

Maestro